Este título es una expresión muy repetida entre los profesionistas y profesionales de la calidad. No recuerdo a quién se le atribuye formalmente, pero considero que eso no es importante.
Lo importante es que la realidad nos valida al contenido de la expresión cotidianamente. Por ejemplo, en una de nuestras instituciones de élite, con un SGC certificado, hace pocos meses se inauguraron ciertas instalaciones que por cierto, ya se han inaugurado varias veces anteriormente, con un destino diferente cada vez que hasta hoy no han fructificado.
El caso es que el día de la inauguración que se llevó a cabo con mucho relumbre, en el pasillo entre dos de los edificios, el nuevo y otro ya existente, observé un registro eléctrico sin tapadera y un cable conductor de energía eléctrica puesto "provisionalmente" sin protegerlo mediante un ducto o una canaleta. Y hoy que volví a esta institución, comprobé mis temores de aquél día: esas dos cosas "provisionales" continúan igual; por suerte, el cable es de uso rudo, lo que reduce el riesgo de un accidente, PERO NO LO ELIMINA.
Mañana habrá nuevamente allí un evento nacional "por todo lo alto" y estoy seguro de que sobre estas dos condiciones inseguras, NO PASARÁ NADA. Es fácil que las organizaciones "sufran de ceguera" sobre las condiciones inseguras y de no calidad; quienes tienen el don de la crítica en ellas, deberían de ejercerla continuamente, porque es lo que le aportan a la organización para favorecer la calidad.
La calidad no se mejora nunca cerrando los ojos ante los problemas o los actos incorrectos; la primera condición para resolver un problema, consiste en reconocer que existe.
Las fotos son para comprobar la existencia de lo señalado.
lunes, 12 de mayo de 2014
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